Echo de menos una época pasada,
donde nada me dolía, nada me importaba.

El país de nunca jamás.

En el país de nunca jamás,
donde estamos juntos,
hasta que el tiempo decida parar.

Donde resuenan nuestras canciones al pasar,
donde el Sol sale y se esconde,
al ritmo de tus acordes.

Que bonito sería dejar de crecer,
parar, ver la vida pasar y
quedarse un momento para recordar.

Día y noche,
Sol y Luna,
la historia de dos amantes
que no tienen fortuna.

Una vida.

Sin tu mirada.

Sin tu voz.

Sin tu sonrisa.

Sin tus abrazos.

Sin tus buenos días.

Sin tus mejores momentos.

Sin tus peores rachas.

Sin tí.

¿Cómo se supone que se supera esto?

Arte.

Eres tú, arte,
bella sinfonía de imágenes,
yo, que con solo mirarte,
podría perderme y no querer encontrarme.

Arte, buscar cada sábado bajo las sábanas como atraparte,
un gato y un ratón,
ambos un poco distantes,
y yo, aquí como un idiota, intentando enamorarte.

Arte es besarte,
abrazarte,
tenerte,
amarte..

Tú niña mía, eres arte.

Cada mañana.

Y ahora, ¿qué le digo yo a mi cama?
que me pregunta cada mañana,
¿dónde estuvo ella la noche pasada?

Nervioso le contesto:
que no lo sé ni tampoco quiero.

Todas las mañanas lo mismo,
todos los días la misma pregunta,
que mi cama te echa de menos ya no me cabe la menor duda.

El tiempo.

Deja al tiempo que todo lo ordena,
anciano creador de la vida,
imparable hacedor de la muerte.

Deja al tiempo pasar,
deja las cosas correr,
deja la vida fluir,

vive recordando en todo momento la deuda que todos tenemos con el tiempo..